miércoles, 22 de abril de 2009

LOS HUESOS


El esqueleto es un lujo, que no podemos permitirnos.
Claro, es que la gente, tiene un esqueleto, como el que tiene un móvil polifónico, y eso es un error, porque el móvil son caprichos pasajeros, y el esqueleto es, para toda la vida.

Y no sabemos mantenerlo, a la gente se le rompe, la gente no lo cuida, la gente sólo ve de ojos para fuera.
Por ejemplo; hay demasiados huesos para estar a todo, por ejemplo; la rabadilla o cóccix, que dicen que es el recuerdo, de cuando teníamos rabo. Hoy en día, la rabadilla, tal y como la entendemos hoy, sólo sirve para darse culadas.

Tú te vas a sentar en el sofá, calculas, ahí está el sofá, te dejas caer, tienes un despiste, no calculas bien, y donde debería haber almohadillado sofá, hay durísimo apoyabrazos, lo curioso es, que en ese momento, no te acuerdas del dolor, sino de toda la familia del que inventó el apoyabrazos.

¿Por qué hace eso el esqueleto?, pues lo hace para vengarse de nosotros, porque el esqueleto, si os fijáis, va a todas partes con nosotros, pero siempre le toca lo peor, el esqueleto sólo recibe los golpes, las caricias y los besos, sólo se los queda la piel.

Claro, eso debe de ser muy triste, siempre ahí metido debajo de la piel, que se está muy oscuro, sin poder salir a jugar, cuando hace buen tiempo. Que a los huesos, les interesa mucho lo de la meteorología.

Hay gente, que se lleva bien con su esqueleto, y los huesos, le “soplan” el tiempo que va a hacer.
- “¡¡Me duele la rodilla!!”, “¡¡eso es que, va a llover!!”.

Eso lo dice mucho la gente. El esqueleto te dice; - “¡¡Va a llover!!”, “¡¡va a llover!!”, y tú dices; “¡¡y a ti que más te da, si tú no te vas a mojar!!”.

Nadie trata con cariño a los huesos. Ni siquiera los perros. Y dice la gente; “¡¡No, los perros, sí, sí que le gustan muchos los huesos!!”.
Tú le pones a un perro, un plato con un hueso, y un plato con solomillo, y no lo duda.

Y los caníbales, también, cuando por ejemplo van a la peluquería, se colocan un hueso, como si fuera una diadema, para sujetar toda su melena, y como adorno.

Por eso yo propongo, que copiemos de las aceitunas, la idea del esqueleto único. Tienes un solo hueso, eso no es fractura jamás.
O sea, tú tiras una aceituna desde un séptimo piso, que para la proporción tamaño- aceituna, es muchísima altura, y no le pasa nada.

Jamás, nunca, veréis una aceituna fracturada.

Y con ese hueso único, yo creo que, encontraríamos la manera de que, a los huesos les llegara por fin, las caricias y los besos.

Porque si es uno nada más, es más fácil querer.

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